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12/5/12

Labranza


Cultivaba grietas en el muro trasero de su casa. Es mi jardín -decía.
Cada tarde regaba en silencio la frondosa hiedra de sombras que iba creciendo poco a poco.
Las hormigas, escarabajos y ciempiés que hallaron cobijo en las húmedas cavernas de esa pared en ruinas nunca le llamaron loco.





4 comentarios:

Manuel Martínez Forega dijo...

Todos tenemos una segunda piel, ya sea muro u horizonte, pero la tenemos. Qué podemos hacer con ella es asunto muchas veces azaroso; otras, la estigmatizamos, como aquí, como en este hermoso breve.

Inés Ramón dijo...

Qué interesante tu lectura, Manuel; la idea del micro es que hay grietas donde caben mundos, aunque nos parezca que en ellas se nos desmorona la vida. Besos, hermoso.

Manuel Martínez Forega dijo...

Del mismo modo que existen mundos abarrotados de grietas, Inés; y que es posible ir reparándolas poco a poco... Besos también para ti, guapica.

ROSANA dijo...

Ines!!!

Recuerdo este micro del curso con Patro, es excelente, me encanta de lo mejor que he leído y lo sigo pensando.

Beso grande