¿Qué larva
teje un velo
en el paisaje del ser
y viste de ruinas
el entonces?
¿Qué irresistible
enjambre
en la herida?

Este poema de Inés Ramón pulsa esas cuerdas de la conciencia devenida en música y ardor. Elegía o canto brioso a la vida, el poema en este "Hallarse en la caída" viene con la solvente exposición de imágenes inusualmente descritas, viene dentro de una metáfora que estalla como breve e intensa tormenta de verano. El poema es un relámpago o un creciente aullido.
Incapaz de retirarme del retador verso cuya cita es con la más corajuda de las conciencias, la de un yo poético en clara lid por la dignidad y en clara resistencia al daño sistemático. Poesía de tú a tú, que reconocé en la caída una lealtad insobornable a la más amorosa de las articulaciones personales: las de la mujer que autónoma y lúcida opta por lo abatido y vulnerable y lo eleva a amado y amigo. En la caída, la sombra de los carroñeros no puede apagar la sed del canto, el agua de la tenacidad conciliadora y comunal, y en las grietas cultivadas del muro derruido no solo memoria y amor fluyen, también armonía entre presencia y ausencia, también la magia de las palabras que nos liberan de la ingratitud, la doma, el abandono....
Salve, poesía, que nos salve!
Víktor Gómez
teje un velo
en el paisaje del ser
y viste de ruinas
el entonces?
¿Qué irresistible
enjambre
en la herida?

Este poema de Inés Ramón pulsa esas cuerdas de la conciencia devenida en música y ardor. Elegía o canto brioso a la vida, el poema en este "Hallarse en la caída" viene con la solvente exposición de imágenes inusualmente descritas, viene dentro de una metáfora que estalla como breve e intensa tormenta de verano. El poema es un relámpago o un creciente aullido.
Incapaz de retirarme del retador verso cuya cita es con la más corajuda de las conciencias, la de un yo poético en clara lid por la dignidad y en clara resistencia al daño sistemático. Poesía de tú a tú, que reconocé en la caída una lealtad insobornable a la más amorosa de las articulaciones personales: las de la mujer que autónoma y lúcida opta por lo abatido y vulnerable y lo eleva a amado y amigo. En la caída, la sombra de los carroñeros no puede apagar la sed del canto, el agua de la tenacidad conciliadora y comunal, y en las grietas cultivadas del muro derruido no solo memoria y amor fluyen, también armonía entre presencia y ausencia, también la magia de las palabras que nos liberan de la ingratitud, la doma, el abandono....
Salve, poesía, que nos salve!
Víktor Gómez
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